No digo una palabra: continúo mirando la carne de sus blancos cuellos, bordados de locos mechones: persigo, bajo la blusa y frágiles atavíos, el divino dorso parejo a la curva de sus hombros. (Arthur Rimbaud)
Tan blancas y tan nublado.
Pinchar sobre la foto para ver mejor.
Esa sutileza de la segunda es un contrapunto delicado, perfecto para cerrar la composición, magnífica.
ResponderEliminarGracias D. Manuel, si, aproveche esa segunda garceta para llevarme la foto a éste tipo de composición "contraria" que tanto me gusta. Me alegro que te guste, un abrazo
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